RINCÓN LITERARIO

Aquí colgaremos cuentos, relatos, poesía, etc... Todo aquello que produzcamos vosotros, los alumnos o nosotros, los profesores.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Las aventuras de kibú



Esta es la historia de un mono pequeño de color amarillo, ojos azules y poco pelo.



Kibú vive en un pueblecito chino cercano a la selva de Pinocú. El pueblo es acogedor. En la plaza hay una preciosa fuente sagrada y según cuenta la leyenda, todo aquel que beba de ella curará de sus heridas rápidamente.



Un día, mientras paseaba, se fijó en un dibujo que había en la parte alta de la fuente y que representaba a una familia de monos jugando en la jungla.

Kibú se quedó mirando fijamente mientras en su cabeza surgía la idea de ir en busca de los protagonista de aquel gravado.



Corrió a casa de su amo y amigo el "científico chiflado". Cuando llegó a la casa se encontró con que Pasquale, que así se llamaba el científico, estaba leyendo una carta con muchísimo interés. Saltó sobre su hombro y miró fíjamente.



Pasquale le dijo: "... Haz tu macuto que nos vamos a Pinocú."



Kibú empezó a saltar de contento y corrió a preparar sus cosas. Cuando terminó, se cogió de la mano de Pasquale y se montaron en el Jeep rumbo a su nuevo destino.







Al llegar a la jungla, lo primero que hicieron fue levantar el campamento, recoger leña para hacer una hoguera y preparar la cena. Tras la cena se metieron en la tienda deseando tener una noche plácida y un sueño reparador.




Cerca de donde habían montado el campamento vivía una familia de monos. Entre los integrantes de la familia, estaba una mona llamada Mariola.




Mariola era una monita pequeña, zaul, inteligente y curiosa que ante el ruído que habían hecho nuestros amigos al montar el campamento se acercó a curiosear. Se asomó por una abertura y al intentar abrir la puerta, pisó una rama y Kibú se despertó. Ambos se miraron fijamente ...... y surgió "¡El flechazoooo!





Mariola extendió su mano hasta Kibú y este se deslizó lentamente fuera de la tienda, como si fuese flotando sobre una nube de ensueño.


Juntos, paseando con cuidado para no hacer ruido, se internaron en la jungla camino del hogar de Mariola. Cuando estaban llegando vieron un cartel que ponía:


" BIENVENIDOS A PLATANOLANDIA"


Había llegado el momento de presenta a Kibú ante la tribu de Mariola.








domingo, 22 de noviembre de 2009

LA MUERTE. Relato corto.

...... Un día, acostado ya en mi cama tras haber vuelto del funeral de un familiar muy querido, me di cuenta de que en todos los funerales a los que había asistido siempre me encontraba con una mujer con el mismo vestido de luto todas las veces, solitaria, con cara de dolor, tristeza y sufrimiento.
Aquella mujer me resultaba misteriosa, no tendría más de treinta años, con deslumbrante belleza, aunque todo su dolor y sufrimiento le deformaban la cara.
Siempre que alguien se acercaba a hablar con ella, ella ponía cara de horror y se mantenía a una cierta distancia, como si no quisiera ni tocarle ni rozarle. Otras veces, la mayoría, cuando eran personas viejas, las recibía con ánimo pero a la vez con pesar.
La gente, incluso yo mismo, se quedaba deslumbrada con su belleza, ya que su pelo rubio brillaba fantasmagóricamente. Sus ojos color esmeralda a la vez que te alumbraban te decían que no te acercaras y aunque todos querían acercarse a admirarla, nadie lo hacía porque, sin saber cómo, tu instinto y sentido común te advertían de no hacerlo.
Pasados los años, un día de mucho tráfico, me encontré con aquella espléndida mujer; seguía llevando aquel vestido de luto. Por fin me decidí a hablar con ella pensé lo raro que era que yo hubiera envejecido y en cambio ella seguía tan joven como siempre.
En medio de la carretera sentí un dolor punzante, terrorífico y mortal. Cuando desperté me encontré a aquella mujer totalmente distinta, no por su físico sino por su semblante, su cara representaba felicidad y me esperaba con los brazos abiertos.
Sin saber cómo, todo lo que había sentido hacía años, había desparecido. No quería, no necesitaba salir corriendo, sino que ella me atraía irreversiblemente.
Sintiéndome totalmente ligero me dispuse a ir con ella y me alejé cogida del brazo de aquella misteriosa mujer.
Escito por Raquel Redondo

miércoles, 18 de noviembre de 2009

ROCAHUECA y ROCALLENA

Este es un relato coescrito por los alumnos y alumnas de 6ºB.
Rocahueca es un cavernícola que vive en el Yelmo. Es bajo y gordito y tiene la piel de un fuerte color verde - se le ve guapo - sin embargo a veces se pone de mal humor porque a él le gustaría tener la piel como los demás habitantes de su tribu o de las tribus cercanas.
Nuestro amigo intenta constantemente buscar ayuda para solucionar su problema.
Un día, caminando entre los peñascos de la sierra se encontró a otro cavernícola que estaba intentando pescar y le preguntó si él sabría cambiar el color de la piel. Molesto por la interrupción, le dio un empujón al tiempo que le decía...
_ ¡ Vete de aquí y no me molestes!
Rocahueca resbaló y cayó a un pozo hondo y estrecho en el que quedó encajado.
Por aquel lugar pasaba mucha gente y aunque el pedía ayuda, nadie le hacía caso porque les daba asco el color de su piel.
Al cabo de dos días acertó a pasar por allí un tiranosaurio Rex que con su fuerte cola lo sacó de allí con la malsana intención de devorarlo para el desayuno.
Cuando intentó llevárselo a la boca su asqueroso color verde le produjo le produjo una gran arcada y lo arrojó lejos de sí.
Nuestro protagonista se escondió tras unos matorrales y comenzó a llorar de desesperación.
Rocallena era una muchacha de la tribu vecina. Era alta, morena y de grandes ojos oscuros y lo más bello que tenía era su simpatía y su buen corazón.
A Rocallena le gustaba salir a pasear y en su paseo se aproximó sin saberlo a donde estaba escondido Rocahueca. Al oír sus llantos lastimeros, se acercó a ver que pasaba.
También ella sintió repulsión al ver su color de piel, pero al oirle llorar con tanto dolor sintió una profunda ternura hacia él.
Rocallena le preguntó los motivos por los que estaba tan triste y él le dijo...
_ Me siento muy solo; nadie quiere relacionarse conmigo a causa de mi aspecto. Todos me ignoran y a todos doy asco.
_ Mmmmm... reconozco que yo cuando te vi sentí alguna repulsión pero... lo superé pensando que necesitabas ayuda y... ¡ Aquí estoy, dispuesta a ser tu amiga!
_ No te quiero ver triste nunca más y además quiero decirte algo que me enseñaron unos niños y niñas del futuro.
" Ser verde, negro, blanco, bajo, alto, gordo, cojo, ciego o mudo no es malo, nos demuestra que somos especiales, seres únicos e irrepetibles sobre todo si nuestra belleza de alma se ve a través de la alegría y la bondad de nuestros ojos".
Y te voy a decir los nombres de esos niños por si en algún próximo viaje al futuro te encuentras con ellos y les puedes dar las gracias...
GRACIAS a Sara, Fran, Paula, Thaynara, Iñaki, Andrea, Marian, Anáss, Ismael, Víctor, Alex Gutiérrez, Abdelmalik, Emily, María, Gonzalo, Luisa Mª, Anuk, Alex Redondo, Alex Rodríguez, Leonor, Youssra, Aarón, Luis Darío y Sonia.

jueves, 5 de noviembre de 2009

EL ORGULLO DE SER EX-ALUMNO DEL C.E.I.P "SAN SEBASTIÁN"



Carta abierta a mis alumnos.

Mis queridos alumnos y alumnas, todos a los que en alguna ocasión tuve el privilegio de dar clase. Aquellos a los que enseñé a leer, aquellos preciosos "enanitos" de ojos grandes, sonrisas abiertas y un alma límpia en la que poder escribir todo lo que como maestra y persona os podía enseñar. Años más tarde intenté despertar en vosotros y en vosotras el gusanillo de la investigación y el amor por las Ciencias Naturales. También intenté que la Historia no fuese una aburrida relación de nombres y fechas y procuré adentraros en lo que yo llamaba "revista del corazón de la historia". Deseé que la Geografía se convirtiese en un viaje de aventura por nuestro bello Planeta y también deseé que os formaséis como personas responsables y hablé con vosotros de las guerras, de la pobreza y de los niños soldado.

Ahora, cuando la última promoción de sextos ya está en 2º de la E.S.O. quiero deciros que no olvidéis que todos, estéis donde estéis formáis parte de un colectivo maravilloso sois ex-alumnos del C.E.I.P "San Sebastián del Boalo", que los profesores de este colegio nos acordamos de vosotros, aún recordamos anécdotas vuestras y las comentamos. Nos da alegría cuando os vemos en Carnaval (nuestra fiesta grande) y comprobamos que os habéis convertido en jóvenes realmente muy guapos, tanto ellos como ellas... Y yo... Me quedo meditando..."¿ serán mis niños tan guapos por dentro como por fuera? ¿Seguirán siendo buenos estudiantes? Raquel, Jorge, Jorge Ramírez, Marina, Anca, Lidia, Almudena, Sergio, Álvaro, Dani, Asier, Med, Adam, María, Paloma, Nuria, Natalia, Aguatiff, Fernando, Verónica, Marcos, Pablo, Dani, Lucas, Lucía, Moha... todos absolutamente todos... Aquellos que tenían problemas de conducta ¿habrán sabido adaptarse y mejorar? Estas dudas y otras muchas me asaltan cuando pienso en vosotros y desearía daros un consejo, quizá sea un truco más que un consejo.... La belleza del cuerpo y del rostro son pasajeras - agradables pero pasajeras- y la belleza de vuestro corazón, el resultado del esfuerzo en el estudio y en el trabajo es lo que quedará ahora y para siempre.... No os dejéis engañar por chicos o chicas que os digan lo guapos o guapas que sois, que constantemente os inciten con llamadas telefónicas o citas en el "Mess" para que les hagáis caso en horas en las que el estudio debería ser lo primero. Dad a vuestros amigos, novios, novias, y admiradores el espacio que corresponde, pero no permitáis que os roben el tiempo que debéis dedicar a vuestra formación.
Mi mayor deseo es que un día alguno de vosotros o vosotras os reunáis a recordar con cariño este colegio que procuró responder a vuestras necesidades académicas, que os introdujo en el bilingüismo, que intentó que fueséis respetuosos y tolerantes con los que eran diferentes y por supuesto recordéis a esta maestra que os sigue amando aunque ya no estéis y sigue creyendo que con vuestro esfuerzo, responsabilidad y constancia seréis jóvenes de éxito.

Recibid mi gran cariño y ya sabéis que me encontraréis si me necesitáis. Un fuerte abrazo.
M. Carmen
NOTA: no he puesto los casi ciento treinta nombres de los alumnos de las últimas cuatro promociones, pero si queréis podemos ponerlos entre todos. Por cada uno de vosotros y vosotras que conteste esta carta con su nombre yo añadiré otro. A ver si conseguimos encontrarnos todos... Tambien valen profesores como Juan Farias, Chema, Ulpiano, Nuria, Magdalena, Jorge, Patricia, etc, etc.





lunes, 26 de octubre de 2009

LA CABEZA DEL JÍBARO

La historia que te voy a contar sucedió en el verano de 2001.
Acabábamos de llegar al claro del bosque donde se asentaría el campamento. Los muchachos y las muchachas estaban especialmente inquietos. Había sido un largo viaje en autocar desde Madrid hasta los Picos de Europa.
El autobús nos había dejado en las faldas de la montaña y aún teníamos un largo camino a pie hasta la Laguna Negra. Lo primero que hicimos al llegar junto a sus oscuras aguas, fue montar las tiendas. Enseguida noté que mis pequeños preadolescentes no estaban nada dispuestos a irse tranquilamente a la cama. Los otros cuatro monitores y yo decidimos organizar un” fuego de campamento” con el único fin de que desfogaran las energías contenidas en sus revoltosos cuerpos.
Para hacer una hoguera lo primero que hace falta es buscar lecha y divididos en grupos cuatro nos internamos por el bosque en busca de algo que quemar. La orden era clara y terminante: “Solamente podríamos recoger la leña caída en el suelo, las piñas secas que encontrásemos y la broza que hubiera al pie de los árboles”. Nada de tronchar o arrancar ramas.
Al cabo de una media hora teníamos a nuestros pies suficiente leña como para encender una gran hoguera. Nos dispusimos a prenderle fuego y por precaución, ordenamos a los chicos que se colocasen sentados alrededor y a prudente distancia de las futuras llamas.
Juan, el encargado del grupo 5, se mostraba inquieto y no paraba de mirar hacia el interior del bosque. Los demás monitores nos dimos enseguida cuenta de lo que estaba pasando; Roberto, uno de los alumnos mayores y de carácter retraído no estaba entre nosotros.
Está claro que no teníamos intención de sembrar la inquietud entre nuestros alumnos y con una mirada de complicidad Luisa, la más experta de las monitoras en acampadas, se escabulló entre los árboles mientras los demás iniciábamos el ritual del fuego del campamento.
Estaban surgiendo historias interesantes, cada uno contaba algo que le había sucedido a él o a alguien próximo.
Todas, bueno, casi todas las historias contadas tenían un toque común, siempre había algún componente de intriga o de miedo.
Entonces se me ocurrió la idea de sugerir una nueva actividad para el día siguiente: Todos los chicos harían una redacción en la que el componente básico fuese una historia de terror.
No bien hube terminado de hablar oímos entre los árboles un grito:

¡KATAY!

Resonó en nuestros oídos y al girarnos para mirar vimos que nuestro tímido Roberto llegaba dando saltos y moviendo los brazos como si fuese un molino y sin parar de gritar ¡KATAYYYY-KATAYYYY-KATAYYYYYYYY!
Martín, su mejor amigo, dijo:"Este chico está pirado".
Y aprovechando esta interrupción y antes de que la tontería de Roberto contagiase a los demás muchachos y se pusiesen a hacer el”gilipuertas”, disolvimos la reunión y mandamos a “cada mochuelo a su olivo”. Oseasé a cada chico a su tienda y a cada chica a la suya (les encanta burlar la vigilancia y dormir revueltos).

Esa noche dormí muy intranquila, me levanté varias veces a dar vueltas por el campamento y comprobar si todo estaba en perfecto orden…. Al acercarme a la tienda que Roberto compartía con otros tres compañeros me pareció percibir un leve, levísimo sonido, como si algo crujiese dentro de la tienda. Despacito, despacito asomé la cabeza por la entrada de la puerta..... Carlos, Jorge y Martín dormían a pierna suelta, Martín roncaba a lo bestia y....

_ ¡Dios Santo!
_ ¡Rober no estaba!

2ª PARTE

En su lugar y junto a la almohada había una especie de gusano verde que no paraba de moverse.
Está claro que me pegué un susto de muerte, pero también estaba claro que yo no podía asustar a los otros chicos. Así que salí de allí y corriendo, mejor dicho volando me acerqué a la tienda del jefe de campamento, le desperté a empujones y cuando conseguí que se espabilara y que se le pasara el enfado por tan brusco despertar. Le conté todo lo que había visto.
Ambos nos dirigimos de nuevo a la tienda de Rober. Nos asomamos......Todo seguía tal y como yo lo había visto, incluidos los ronquidos de Martín… Todo, menos el gusano verde que en vez de estarse quieto no paraba de retorcerse y de soltar una asquerosa baba verde por su boca. Comenzó a deslizarse por el suelo de la tienda y trataba de escapar por debajo de la lona. Cuando lo consiguió nosotros dimos la vuelta y con todo nuestro miedo en el cuerpo nos dispusimos a seguirlo.
El repugnante bicho llegó hasta los linderos del bosque y en él se adentró. Está claro que nosotros seguimos tras él.
Al cabo de una media hora vimos que se paraba bajo un alto roble y al mirar tras él, descubrimos a Roberto… Sus brazos, sus manos, su ropa estaban llenas de barro y de hojas podridas. Asomando por el cuello de su camisa se veían multitud de gusanos como el que nos había llevado hasta allí.
Roberto ocultaba la cabeza entre sus manos y al tratar de apartársela del rostro comprobamos espantados, que no era nuestro Roberto. Su cabeza se había convertido en algo de tamaño diminuto. Tenía un aspecto ceniciento. El pelo era un mechón asqueroso de marañas negras. Su boca tenía una mueca de espanto y a sus ojos, de cuencas vacías, saltó, de un brinco el apestoso gusano de baba verde. La cabeza de Rober era una cabeza reducida que nos miraba con ojos de odio.
Lancé un grito…. Y en ese momento me desperté… Había sido una pesadilla… El sol brillaba en lo alto y todo el campamento estaba en orden, incluso Roberto dormía plácidamente en su saco de dormir.
Esa mañana, cuando nos disponíamos a hacer los trabajos de literatura, yo conté a los chavales el sueño que había tenido… Casi todos se rieron de mí, me dijeron que si no me daba vergüenza tener miedo de una tontería así… que eso eran cuentos para niños pequeños… que si tal y que si cual… Todos se reían y se burlaban y entre todos observé que Roberto estaba callado, se apoyaba en el tronco de un árbol dándonos la espalda a los demás… Los muchachos se dieron cuenta de ese detalle y se volvieron a mirar a Roberto.
_ “Rober, macho”, le llamó su amigo Martín.
_ Espabila que pareces “atontao”.

Roberto se giró…. Nos miró…. Y el terror se pintó en nuestros rostros.

“Roberto se había convertido en un jíbaro, su cabeza se había reducido al tamaño de un puño y de las cuencas de sus ojos salía una luz verde de odio”.

miércoles, 14 de octubre de 2009

NINO."El pequeño dinosaurio"

NOTICIA EN EL PERIÓDICO LOCAL....
Esta mañana al amanecer, las brigadas de limpieza del Ayuntamiento han descubierto en la Avda. de La Libertad, unas misteriosas huellas que indicaban la presencia en la ciudad de un animal desconocido.
Se teme que el hallazgo de estas huellas tengan mucho que ver con la desparición del pequeño Miguel. La policía sigue investigando.

CAPÍTULO I


Nino es un pequeño dinosaurio que un día nació de las manos de un niño muy inteligente. Lo mejor que tiene nuestro protagonista es su corazón.
Miguel tiene siete años, va a la escuela pública de su pueblo y es un niño espabilado. Su maestra dice que se mueve mucho en clase.
Miguel siempre está inventando alguna cosa. Unas veces inventa animales de plastilina, otras dibuja sorprendentes aventuras con desenlaces insospechados y otras nos cuenta fantásticas historias de desaparecidos.
Tan imaginativo es que a veces, en la escuela, su “señorita” tiene que llamarle la atención.
_ ¡Miguel!... ¿Quieres atender, por favor?
Miguel está pensando en sus cosas. El ábaco, las unidades, las decenas y las centenas ya le aburren.
_ ¿“No se dará cuenta la "seño" que ya me he enterado, que ya sé cómo funciona ese truco de las decenas”?.
Normalmente la vida de Miguel transcurría sin grandes altibajos, por más que él intentaba hacerla divertida. Ponía todo su empeño en que la vida se pareciese a una aventura de piratas... ogros...o extraterrestres y no lo conseguía. Lo más que llegaba a pasar es que su madre se enfadara cuando a él se le ocurría imaginar que era un submarino nuclear dentro de la bañera.... y claro con tanta bomba de agua ponía perdido el cuarto de baño.
Una tarde, después de que su padre fuera a recogerlo al colegio, lo llevara a casa y le preparara la merienda, se metió en el cuarto de estar, cogió sus tacos de plastilina, unos veinte más o menos, y empezó a construir bichos fantásticos: un dragón con alas, una mariquita cariñosa, un monstruo comefantasmas y un dinosaurio.
A cada animal le puso un nombre; Ruperto, el dragón... Carlota, la mariquita... Luciano, el come fantasmas y Nino, el pequeño dinosaurio.
Puso sus animales en fila y al mirarlos detenidamente, se dio cuenta de que Nino, le estaba guiñando un ojo. ¿Se asustó Miguel? ¡Quiá! Miguel es valiente y además él había hecho un dinosaurio con cara de bueno... Una carita un poco triste, pero cara de bueno. Además, a Miguel, su papá le había enseñado que los monstruos y los niños podían ser amigos y el papá de Miguel sabía mucho de dragones y dinosaurios. El papá de Miguel es un guerrero blanco.
Miguel intentó guiñar un ojo a Nino pero como no sabía cerró los dos y al volverlos a abrir vio que por la carita de Nino se deslizaban tres lágrimas.
Miguel se acercó, cogió, lo acarició y se lo subió a la cama.
¡Plas-Plas-Plas!. Se oyeron pasos en el pasillo. Era mamá que venía a decirle que la cena estaba preparada, que se lavase bien las manos sin olvidarse de las uñas que con tanta plastilina se veían verdes, azules y rojas, como la piel de Nino.
Miguel dejó a Nino sentado sobre la cama y salió pitando a obedecer a su mamá.


CAPÍTULO II

Tras la cena, Miguel volvió a su habitación y descubrió con sorpresa que Nino no estaba allí. Se puso a buscarlo por todas partes... debajo de la cama... dentro de las sábanas... entre los juguetes del cajón... tras la estantería... sobre la lámpara...¡hasta dentro de la bombilla de la luz! Nada, Nino no aparecía poir ningún sitio. Miguel tenía el corazón a punto de estallar por la preocupación.
_ ¿Qué le habrá pasado a Nino?
_ ¿Cómo puede haberse esfumado?
_ ¿Lo habrán raptado?
Miguel no se lo pensó dos veces. Había tomado una decisión. Iría en busca de Nino y lo salvar´´ia de cualquier peligro.
Se fue derechito y sin hacer ruido a buscar la bolsa donde sabía que su papá escondía su armadura contra dragones.
Allí encontró un precioso traje blanco, era el traje que papá se colocaba y que le convertía en un guerrero invencible. Se puso el traje.
-¡Pufff!...¡Qué grande!(Claro papá era enorme.)
Pero no importaba, así estaría más protegido contra los "malos" que se habían llevado a Nino.
También cogió una cosa redonda, como una careta llena de agujeritos muy pequeños, que su padre se ponía para que las moscas no le picaran.
-¡Qué divertido! ¡Parezco un extraterrestre!
-¿Qué hay en el fondo de la bolsa?.... ¡Espadas!
- No, eso no debo cogerlo.
-¿Y si me atacan los malos?
Miguel estuvo un rato dudando y al final decidió que tampoco pasaba nada si solamente cogía una. Recordaba cómo, cuando sus papá las usa, los demás guerreros blancos se echan para atrás....retroceden una y otra vez y eso es, casi seguro, es porque las espadas de su papá son mágicas.
Vestido y armado de esta manera esperó dentro de la cama a que sus padres se durmieran.
Pasó un rato... y otro rato y el pesado de papá seguía escribiendo en el ordenador.
Veinte ratos... veinticinco... setenta ratos.... y por fin su padre dejó tranquilo el ordenador y se fue a dormir. Miguel pensó en lo pesaditos que son los mayores, nunca hacen las cosas que uno quiere y siempre andan fastidiando.

CAPÍTULO III

Despacitooo... Despacitooo Miguel abrió la puerta, bajó las escaleras, abrió el portal y salió a la calle. Miró a un lado... al otro... al frente... a su espalda...
¡Nada, ni rastro de Nino!
Descorazonado, se apoyó en un árbol y al mirar hacia arriba vio entre las ramas un trocito de plastilina roja.
¡Era la primera pista!
Fue hasta el árbol siguiente y luego a la farola y miró detrás del coche azul y en el manillar de la moto del vecino. En el árbol, en la farola, en el coche y en el manillar de la moto había restos de plastilina.
Se agachó a recoger un trocito minúsculo para examinarlo con más atención, y al hacerlo descubrió en la acera un enorme agujero.
Parecía una cueva, pero hacia abajo, una cueva que se metía bajo las entrañas de la tierra.
- Era la boca de una alcantarilla.
Miguel se arrodilló y vió que era profunda, profundísima, negra, negrísima, fea y sucia.
Con bastante miedo metió la cabeza un poquito, y con los ojos bien abierto escudriño aquella negrura. Le pareció percibir, en lo más profundo, una diminuta luz verde.
Sin pensárselo mucho, se colocó la careta espantamoscas, que ahora le serviría para espantar a los murciélagos, que de seguro habría en un pozo tan profundo.
Apretó muy fuerte su espada y empezó a bajar descolgándose por unas viejas escaleras de hierro que encontró en la pared del pozo.
Mientras bajaba tenía miedo ¡Claro que tenía miedo! Pero sabía que era valiente y que iba a rescatar a su amigo.
Miguel, pronto encontró la solución a su miedo. Cuando empezara a sentirlo apretaría entre sus manos la espada de su padre. Si tenía mucho... mucho miedo; entonces la apretaría más fuerte y la pondría junto a su corazón para sentir el valor que su padre le transmitía a través de la espada. De esta manera, él sabía que su temor se esfumaría como por encantamiento.

CAPÍTULO IV


Al cabo de un rato, un rato muy largo (por lo menos habían pasado tres horas... diecisiete minutos... y una purrelada de segundos); Miguel llegó al fondo del pozo y desde allí vio que la alcantarilla era muy larga, tremendamente larga y llena de sombras que se movían por el suelo y por el techo.
También esta vez superó su miedo y con cautela y con la mente puesta en encontrar a Nino, aferrado a su espada mágica, inició el avance por el tenebroso camino.
Llevaba caminando un ratito, que a él le pareció un siglo, cuando a lo lejos volvió a ver la lucecita verde que saltaba, bailaba, aparecía, desaparecía y volvía a aparecer. Miguel no se lo pensó dos veces y echó a correr tras ella.
Corría y corría y seguía corriendo, la luz no quería dejarse coger. Corrió durante tres días seguidos y ya empezaba a notar que tenía hambre, que estaba cansado, que tenía sueño, que quería ver a su papá y abrazarse a su mamá ¡los echaba mucho de menos!
Se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en la pared del túnel y por su carita negra de barro cayeron dos preciosas lágrimas.
Cerró los ojos, pensó en papá, el gran caballero blanco, apretó la espada contra su pecho y se quedó dormido.
Soñó que una gran lengua de jamón de York le lamía la cara, le limpiaba las mejillas y le sorbía sus lágrimas. Despertó de golpe. A su lado estaba Nino, ya no era de plastilina.
¡ERA DE VERDAD! Se movía y coleaba y tenía una carita tan simpática... Era pequeño, suave y mimoso. Era de color verde, rojo y azul y tenía unos enormes y brillantes ojazos negros que chisporroteaban de alegría.

CAPÍTULO V

Abrazó a Nino, lo besó y lo acarició. Lo cogió en sus brazos y apretándolo contra su pecho comenzó a desandar el camino.
Estaba agotado, sucio y comenzaba a sentir un tremendo y creciente dolor en todo su cuerpo.
Miguel buscaba a través de su careta de alambre un puntito de luz que le indicase el camino. El pequeño dinosaurio se había quedado dormido entre sus brazos y él, con su enorme traje blanco y su pesada espada se movía con mucha difucultad . Miraba, entrecerraba los ojos para ver mejor, sólo veía una gran oscuridad, una oscuridad negra que amenazaba con tragarse a él y a Nino y sin saber cómo de sus ojos empezaron a caer gruesas lágrimas, con suavidad dejó caer la espada para poder limpiarse las lágrimas... se restregó la cara con el sucio dorso de la mano y ... ¿era posible?...sí, sí... Allí, a lo lejos, muy a lo lejos se veía una débil luz blanca. Recogió la espada, se metió a Nino en la pechera de su uniforme blanco, allí entre los protectores y echó a correr siguiendo la estela que le marcaba la luz.

Casi sin darse cuenta se encontró de nuevo en su calle. Se había hecho de día y podía distinguir con toda claridad los árboles, la farola, el coche azul y la moto del vecino... El portal, las escaleras y la puerta de su casa. A través de ella oyó la voz de su madre que algo enfadada le decía a su padre.
_ Miguel, ¿me oyes? El niño no está en su cama y ha desaparecido el dinosaurio que hizo anoche con la plastilina. Me tiene cansada, siempre está inventando alguna
trastada para llegar tarde al colegio. Me apuesto una cena a que se ha vuelto a esconder en el trastero.

Mi padre seguía desayunando tranquilamente y mi madre se iba enfadando más y más.
_ ¡Miguel!... ¿Es que no me escuchas?... ¡Tienes que hablar con él!

Fue entonces cuando vi que mi padre volvía un poco la cara, me guiñaba un ojo, me sonreía con una sonrisa cómplice, como soríe un amigo que sabe tu más recóndito secreto.
De puntillas y sin hacer ruido me escabullí hasta el cuarto de baño, cerré la puerta con cerrojo, con cuidado me quité el traje de mi padre y lo dejé doblado junto al bidé y con la espada y la careta encima de todo. Nino saltó a mis brazos y juntos nos metimos bajo el chorro de agua calentita. Nos guiñamos un ojo y yo le susurré al oído.
"Ésta será nuestra aventura secreta".


Este cuento está dedicado al hijo de mi amigo Miguel, campeón de España de esgrima 2002/2003.M. Carmen Nieto

miércoles, 9 de septiembre de 2009

........ Mis queridos alumnos y alumnas de 6º de Primaria...... Hace ahora 6 años fui tutora de muchos de vosotros por primera vez..... Entonces érais unos pequeñines recién salidos del parvulario y ahora sois unos maravillosos preadolescentes. Está claro que igual que vosotros habéis cambiado también lo he hecho yo y espero que nuestros cambios hayan ido formando un carácter cada vez más agradable, solidario, responsable y afectuoso.... El próximo es un curso muy importante en vuestra formación, tan importante como fue el 1º, y estoy segura de que entre vosotros y nosotros (los profesores que os ayudaremos) sacaremos una de las mejores promociones de Sexto que hayan salido de nuestro colegio.

Os espero con impaciencia..... Nos vemos el próximo día 14 de septiembre

Un abrazo muy grande....... M. Carmen Nieto